domingo, 3 de agosto de 2014



EL CAIMAN DE PIEDRA

Después de varios meses en la arena, el cascarón se rompió y salió a la luz el pequeño saurio, que a diferencia de sus hermanos, ayudado por su madre se desplazó con singular soltura y rapidez hacia el río, cuyas aguas marrones estaban deliciosamente calientes. Muy pronto se sumergió en el agua y vio un animal parecido a el, pero varias veces más grande que él. Al principio trató de ir a su encuentro, pero su instinto le indicó que se alejara rápidamente de tan grande peligro.

Así fue creciendo lentamente alimentándose de peces y pequeños roedores, siempre huyendo de otros animales que le perseguían para convertirlo en su alimento. Hasta que un día se presentó la oportunidad de cazar una pacarana, la cual tranquilamente tomaba agua en la orilla, con mucha cautela se acercó sin ser visto y con un certero mordisco alcanzó a su presa, y así con esta deliciosa experiencia, dejó un tanto los peces para dedicarse a cazar mamíferos.

Por aquellos tiempos se presentó una fuerte sequía en la región, el río fue disminuyendo su caudal, la tierra se agrietaba implorando agua, las plantas pedían a gritos riego, los animales también estaban sufriendo las consecuencias de tan terrible sequedad. La lucha por los alimentos y agua se hacia cada vez más fuerte, muchos de ellos sucumbieron en la lucha por su vida.

Para el joven caiman también se complicó la existencia de sobremanera, ya que por una parte escaseaban los alimentos y por otra los predadores más grandes como la boa yacumama y caimanes más viejos le perseguían para devorarle.

En esta situación, un día mientras reposaba en la orilla muy hambriento, se acerco un venado a la orilla, y el en su desesperación por atrapar la presa, atacó antes de tiempo, con lo que apenas pudo morder la pierna del hervívoro, y este escapó raudo hacia el cerro.

En ese momento con el olor de carne fresca entre sus fauces, decidió perseguir a su presa que en ese momento le llevaba ventaja, pero el estaba seguro que en algún momento caería por la herida que le había propinado.

Con movimientos lentos y guiándose por su olfato siguió a su presa durante mucho tiempo, y tan dedicado  estaba a esta tarea que no se percató que se había alejado mucho del agua, y allí en el bosque seco,  en un ambiente extremadamente caliente y el debilitado por la falta de alimento, agua y el gran esfuerzo realizado, no pudo soportar más y su corazón dejo de latir.

La sequía continúo, el sol siguió abrazador y el caimán se fue secando y se puso tan duro y con el paso del tiempo se convirtió en piedra. Es por ello la gente que transita por el camino de Balsas hacia Celendín, a 5 km del río Marañón, si observa con cuidado, ve una gran roca y sobre ella está el caimán petrificado, que nos recuerda la sempiterna lucha de las especies por la vida.

Carlos Vega Ocaña

Ascope, 29-11-2013

viernes, 1 de agosto de 2014



HOMENAJE A LA PACHAMAMA
Del gran poeta y escritor cusqueño:
JOSÉ AUGUSTO DEL SOLAR CÉSPEDES

Debemos hacernos oír en todos los idiomas posibles
por eso quiero expresar mi mensaje
en el idioma de nuestros ancestros

Somos más de ocho millones de quechua hablantes
Muy unidos a nuestra Madre Tierra

Desde lejanos tiempos inmemoriales
rendimos culto a la naturaleza
y a todas sus expresiones de vida

Ellos comprenderán nuestro acuciante problema
Y harán suyo este canto a nuestra Pacha Mama

PACHA MAMA

Tucuy sonckoywan cjuyascai Pacha Mama
Con todo mi corazón, querida Madre Tierra
Ancha cusicuspaimi cunan napaicuiqui
Con mucha alegría ahora te saludo.

Tu lucha silenciosa ha despertado
Sapallaiqui phiñacuscaita rickcharichin
La sensibilidad del hombre moderno
Mosoc runapa cjuyascanta

Y hoy se da cuenta del grave daño causado
Cunantacc mana allin ruascanta ckahuarin
En los ecosistemas básicos que sostienen
Sumacc kaita ckanhuan cusca munarispa

El equilibrio natural de la estructura
Pacha Mamacc allin kaininta
Podemos disminuir el calentamiento global
Rupacc pacha cutisckanta hatarispa

Y evitar los agresivos cambios climáticos
Ritty, waira, para, cutisccan mana chayanampaccc
Que deterioraron los hábitat naturales
Ama causacucc tiyanan llacctacunanta urmanayanchispacc

De especies de flora y fauna amenazando
Ckomer ccora hatun mallquicunapa huaquaychaspa
La extinción del propio planeta
Kikin Pacha Mama huañuchisckanta

Defendamos a la vapuleada Madre Tierra
Sinchi mackascca Pacha Mamanchista aynincuson
Con las voces de nuestro canto
Ñockanchis ccapariscka taquiyniywan

Que el mundo escuche la invocación
Kai rimascayta Pacha uyarinampacc,
Que artistas, escritores y poetas lanzamos
Sumacc jkellcca ruacc runacuna wicapasun

Desde Tumbes al mundo entero
Kai Tumbesmanta tucuy pachacunapacc
Escuchen y nuestro clamor no desoigan
Ckapariscanchista uyarihuanancupacc

Líderes y Estadistas de todos los países
Tucuy pachamanta apu aucacuna uyarihuayco
Comprometidos en su global protección
Tucuy unanchascca huackaychaynan

Poetas, de todo el mundo Vinieron para ver
Que “La Poesía Reverdece la Tierra
Kai sumacc rimay Pacha Mamacc ckomerchascan
Tucuy pachamanta sumacc rimacc runacuna hamun



* * * * * *

lunes, 27 de enero de 2014

ASHINÁ o la historia de Los Chácobo y el fuego.




En aquellos tiempos cuando los Chácobo, eran cazadores, pescadores y recolectores, tampoco disponían de las yucas y el maíz para comer, y aun contando con tierras fértiles para la agricultura, carecían de semillas para la siembra y tampoco tenían fuego para cocinar, por lo que comían la carne cruda, luego de secarla al sol.

Por la misma época en esta región de la amazonia boliviana, habitaba también Ashiná, despiada y egoísta mujer que hablaba Chácobo, pero que era de una raza distinta, única dueña de la yuca, del maíz y del fuego, elementos que no quiso compartir con los demás.

Cuando le pedían semillas de maíz o yuca, ella siempre les negaba y si insistían mucho, les entregaba las semillas carbonizadas después de quemarlas, por lo que jamás crecían cuando las sembraban en sus “chacos”.

Por esta razón la gente siempre intentó robarle el fuego y las semillas, pero ella tenía un pájaro espía llamado “tareche”, el cual poseía un pico muy largo parecido a la de un tucán, el cual  siempre alertaba a la vieja cuando alguien se acercaba, entonces ella iba al encuentro de la gente con una canasta grande, al llegar a ellos primero los inmovilizaba con sus malévolos poderes y luego los capturaba y cargaba dentro del canasto, finalmente los hervía y devoraba.

Cierto día mientras Ashiná estaba sembrando maíz, se le acercó sigilosamente un personaje mágico que era un grillo-humano, el cual robó una de las semillas arrojadas y se escapó cavando un túnel en la tierra, al darse cuenta de lo sucedido, la vieja hirvió agua y llenó de ella el túnel, pero fue demasiado tarde el grillo-humano había logrado escapar y llegar hasta la aldea de los Chácobo, lugar donde sembró la semilla, luego  creció una planta muy grande, de la cual cosecharon todas la variedades de maíz: el duro, el colorado, el blando, el morado y otros. Entonces todos los hombres trabajaron para proteger a la planta del viento, construyendo un cerco muy fuerte, y en lugar de comer las semillas, las sembraron nuevamente las cuales cuando dieron nuevos frutos se repartieron para que todos los hombres pudieran sembrar y cosechar.

Sin embargo todavía no tenían el fuego, el que necesitaban para hervir maíz y hacer chicha. Así que un día cuando Ashiná, descansaba en su hamaca de algodón, el “tareche” cansado del maltrato de su ama, tomó una brasa de fuego con su pico y fue llevándola hasta los Chácobo, protegiéndola en un árbol seco.

Lamentablemente durante el trayecto el calor quemo su pico, el cual se redujo hasta quedar muy pequeño. Cuando Ashiná descubrió el hurto tuvo tanta rabia que provocó una tempestad con lluvia muy fuerte  para apagar el fuego robado, sin embargo  los Chacobó haciendo uso de cortezas de árboles secos  llamado “pancho”, cuidaron el fuego para que no se apagara, luego la repartieron entre sus familias.

Ya tenían maíz y fuego pero aún les faltaba la yuca, así que los Chácobo planearon dar muerte a la vieja, para robarle. Así que un día mientras ella se encontraba distraída y triste por la partida de su único hijo llamado Wirika, algunos hombres cavaron un hoyo muy profundo en medio de su casa a modo de trampa, la cual finalmente funcionó y Ashiná cayó en el pozo muriéndose y convirtiéndose en un animal llamado “pejichi”, la condena de este animal es la de vivir siempre bajo tierra.    

Sin embargo los poderes malévolos de Ashiná, no murieron con ella y alcanzaron a aquellas personas que festejaron su muerte, transformándolos en aves y otros animales. Y la gente que no se alegró ni burlo de la bruja, tomaron la semilla de yuca de su “chaco” y lo llevaron a sembrarlos en sus parcelas, logrando así tener diferentes variedades de yucas, las cuales son cultivadas hasta la actualidad por los Chácobo.


Notas
Los Chácobo son un grupo indígena que ocupan un territorio ubicado en la región amazónica de la provincia Vaca Díez del departamento del Beni, entre los ríos Yata, Ivon y Benicito. Se encuentran entre los paralelos 11 y 12 Latitud Sur y por los meridianos 66 y 67 Longitud Oeste.

Su región está caracterizada por la presencia de ríos, bosques y sabanas tropicales, biomas que dan refugio a una fauna abundante y diversa.


Carlos M. Vega Ocaña
T-27-01-2013

domingo, 12 de enero de 2014



La leona de Kumullka

Con singular aprecio para mis amigos Rainer Bussmann y su esposa Narel Paniagua, eminentes etnobotánicos, excelentes compañeros de ruta en largas jornadas recorriendo los andes, hermoso territorio del puma y bellas flores.

Recia, granítica montaña de imponente belleza que desafía al tiempo y al clima más hostil es Kumullka, testiga y actora del drama de la vida en el devenir de los tiempos. Tanto así que tiene vida propia, todos dicen que se enoja y le temen, pues cuando a ella se acercan irreverentes y desafiantes, se llena de neblina y oscurece, luego llueve torrencialmente, cae granizo, el viento sopla muy fuerte y el frío se hace insoportable para cualquier ser vivo.

Hace algunos años, después de un largo verano en la región, cierto día para sorpresa de todos, el horizonte se fue oscureciendo y una nube espesa cubrió a la mole gigante de Kumulka, a truenos y rayos  siguió una tempestad muy fuerte con mucho viento y agua a raudales.

Un par de cientos de metros más abajo otro drama, tenía lugar dentro de la choza del Mashe, un pastor que llevaba una semana buscando a la ternera “Pinta”, que no estaba por ningún lado, literalmente parecía que la tierra se la había tragado. Con esta ya eran cuatro reses, las que desaparecieron durante este último mes, la verdad es que ya no sabia que hacer.  Sumido en sus preocupaciones, decidió fumar un poco de tabaco y mascar coca.

Desgracia, mal presagio pensó, después de sentir que el bolo de coca que chacchaba, amargaba. - Ahora sí estaba seguro que yá nunca volvería a ver a la “Pinta”, la más promisoria ternera del rebaño-. Su tristeza era tan grande que un par de gruesas lagrimas, rodaron por su tez cobriza, curtida por el viento, el frío y sol de la montaña.

Dos meses antes, el Mashe hablaba con sus vecinos de Quinahuayco y comentaba “el verano está fuerte, de seguir así este año no se logran las cosechas, los animales  enflacan por falta de pasto y se mueren de sed, hay que empezar a quemar los pajonales, no nos queda de otra”.  Entonces su compadre Lorenzo, el hombre más respetado del pueblo, dijo: “Quemar no soluciona nada más bien empeora todo, al quemarse los pajonales, mueren muchas plantas y animalitos, los cuales nos ayudan a combatir las plagas, polinizan nuestros cultivos, nos alimentan y curan. Además, las rocas se aflojan y con las lluvias, los derrumbes y huaycos ponen en riesgo a nuestros sembríos, casas y familia. Realmente no estoy de acuerdo con quemar el pastizal, creo que es una pésima costumbre, que debemos desterrar de nuestras vidas, para el bien de todos”

Sin embargo el Mashe pese a la advertencia, inició la destrucción, con un pequeño  palito de fósforo, prendió una planta, luego el viento se encargo del resto, durante una semana las llamas fueron devorando pampas y montañas, dejando la tierra negra y muy triste.

Al sentir que el fuego se acercaba a donde estaba, una leona joven y primeriza fue corriendo a su refugio, una caverna natural de dos metros de altura y más de veinte de profundidad, allí la esperaban sus dos pequeños cachorritos hambrientos de pocos meses de nacidos.

Cuando el fuego amainó, la leona salió a buscar alimentos y solo encontró tierra quemada. Los venados, conejos y vizcachas que eran su alimento predilecto habían desaparecido u emigrado a otro lugar con el incendio.

La felina después de caminar mucho, vió un grupo de reses que pastaban en la inverna del Mashe, sin pensar en el tamaño, que la superaban ampliamente, atacó con singular fiereza a un pequeño torete, el cual fue presa fácil, y con alguna dificultad  la arrastró hasta su guarida, lugar donde tuvo alimento por varios días.

Después de está res siguieron otras dos un poco más grandes, hasta que finalmente se animó por la “Pinta” la más linda ternera del rebaño del Mashe. Total el hambre apremia y no tenía otra solución, ya que los campos seguían secos sin nada para comer.

Lo de la “Pinta” fue un verdadero festín que fue saboreando de a pocos, llevó a su  presa al fondo de la caverna y de allí iba comiendo lo necesario para seguir amamantando a sus cachorros que ahora crecían rápidamente y estaban tan fuertes que hasta que se animaban acompañarla en sus correrías nocturnas, desde luego cuidando de no alejarse mucho del refugio.

Después de esta tempestad de inicios de octubre, llamado el cordonazo de San Francisco, las lluvias arreciaron mucho llovió tanto durante varios meses, que la gente apenas podía salir de sus casas y la vegetación creció rápidamente, y lo hervíboros volvieron a reproducirse, crecer y alimentarse del verde pasto y con ellos los carnívoros, tuvieron alimento para saciar su hambre.

Ahora la leona no tenía la necesidad de atacar al rebaño de reses, le bastaba con el alimento que abundaba en el pajonal altoandino.

Colorario:
El Mashe nunca se percató de que él mismo había sido el causante directo de su desgracia, y después de mucho tiempo, un día que fue a buscar “amargón”, para curar a su mujer que estaba enferma del hígado, arriba en la montaña se encontró con la madriguera de la leona llena de huesos del ganado que se le había perdido.

Para este momento la leona estaba muy lejos, se había internado en el bosque de la Encañada al otro lado de la montaña, donde había más comida  y su par de crías también fueron con ella hasta que crecieron y fueron en busca de su propio destino. Y la vida siguió su curso.

Carlos Vega Ocaña

Púsac, 16-11-2013




Kumullka 
Extraordinaria montaña de los Andes norte de Perú, en la provincia de Bolívar, Región La Libertad. 




miércoles, 19 de junio de 2013

Maravilloso Colibrí


Un humilde homenaje al biólogo cuzqueño Constantino Aucca Chutas, conocido familiarmente como Tino, por toda una vida dedicada a proteger ecosistemas y especies en peligro, por mostrarnos un rayo de esperanza para la conservación de la vida y las especies. Gracias Tino.

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Hace ya mucho tiempo, en los valles y bosques secos del río Marañón habitaban una familia de colibríes muy hermosos de plumas doradas, violetas, verdes y plomas, que adicionaban un toque de color muy especial al paisaje  árido de este gran cañón andino.

Allí vivían felices, alimentados con el néctar de coloridas flores de pates, tunshos, papelillos, marámes, gigantones, opuntias, achupallas, tabacos, campañillas y muchas más.

Siempre había alimento y aunque el calor era muy fuerte,  encontraban refugio para protegerse de los fuertes rayos solares del mediodía.  Hasta que una fuerte sequía azotó la zona, y las flores fueron muy escasas y el calor insoportable, lo que obligó a las aves a migrar hacia bosques más altos en la cordillera andina, allí encontraron otras flores, que tenían mucha miel, sobre todo la panizara, de abundantes labiadas flores rojas, también estaba las cucharillas, los porporos, loritos, fuccias, gentianelas y muchas más.

Pero el frio les calaba hasta los huesos y muchas murieron, debido a las lluvias con granizo, y fuertes heladas nocturnas, este no era un buen lugar para vivir, así que decidieron avanzar más y cruzar la cordillera de Calla Calla, y en búsqueda de un mejor lugar llegaron al hermoso valle del río Utcubamba[i].

Este valle muy fértil y saludable, ofrecía el clima ideal para las bellas aves, sin embargo en aquel tiempo estaba plagada de serpientes, las cuales hacían peligrar su vida, pues  devoraban sus huevos o a los pequeños cuando aún no abandonaban su nido.

Es así como el clamor de los colibríes, llegó a los oídos de la Pachamama, quien les dijo que pidieran lo necesario para defenderse de las voraces alimañas. Uno de los colibríes había observado que las serpientes se asustaban cuando las mariposas en su revoloteo sobre las flores, movían sus alas esplendorosas. Así que ellas pidieron a la Pachamama, alas parecidas a las que tenían las mariposas, y fue allí que ocurrió la magia. -Y las nuevas generaciones de colibríes fueron dotadas de dos alas adicionales-, las cuales tienen una base muy larga, que terminan con una pluma muy vistosa y colorida, la cual pueden batir y ondear imitando al vuelo de las mariposas y de este modo asustaban a las serpientes y pudieron protegerse de su depredador rastrero.

En el valle del Utcubamba entonces encontraron el ambiente ideal, con un clima templado y  muchas flores de las cuales recibían el dulce alimento a cambio de ayudarles, polinizándolas para que puedan tener semillas fértiles y así seguir reproduciéndose por el devenir de los tiempos.

Pero un día aparecieron nuevos visitantes y la felicidad se vio interrumpida con la llegada de los seres humanos, quienes encontraron en este valle un lugar bueno para hacer agricultura y ganadería, y entonces empezaron a quemar pajonales y talar bosques, para abrir chacras donde sembrar y hacer invernas para criar ganado, y así se inició la destrucción del bello paraíso donde vivían los colibríes.

                Al principio eran pocos hombres, y los colibrís fueron buscando áreas libres para vivir, lejos de los humanos que también los mataban con sus ondas, solamente por puro gusto de cazarlos, pues al ser tan pequeños ni siquiera servían como alimento. Tiempo después ocurrió la verdadera tragedia, llegaron muchas familias andinas, y empezaron a talar y quemar los bosques y praderas de manera masiva, para nada les importaba, que los animales necesitaban del bosque para vivir, -la invasión de su espacio vital fue arrolladora- y muchos colibríes murieron al ser destruido su ambiente y otros que quedaron cerca de las nuevas casas, cayeron por ondas asesinas. De manera dramática su población fue desapareciendo hasta quedar muy pocos colibríes.

                Felizmente no todos los humanos son peligrosos, algunos muy pocos, pensaron y actuaron para protegerlos, así que crearon áreas protegidas, lugares donde los bosques y sus habitantes permanecen intactos, donde no se puede talar ni quemar, tampoco hacer agricultura o ganadería, se pueden hacer actividades de turismo e investigación tratando de causar el menor impacto posible, solamente podemos visitar y observar estas bellísimas aves, únicas en el mundo, que ahora tienen una esperanza de vida y sobrevivencia mayor, que hace algunos años. Sin embargo la lucha por la conservación de estas aves continúa, y se necesitan más gente comprometida con esta causa, es necesario que la población entienda que los bosques y todo lo que allí habita, se han formado desde hace miles de años y los seres humanos no tenemos porqué destruirlos.

                Finalmente vuelan felices y raudos van subiendo y bajando, levantan sus colas, cual raquetas de tenis, van y vienen toman el dulce néctar de la flores, los machos revolotean elegantemente ante las hembras, se aparean, hay nuevos huevos, hay nuevas crías y la vida maravillosa continúa…




[i] Valle que tiene su inicio al pie de la cordillera del Pagra Pagra, en el páramo de Atalaya en Teaven, luego baja por Alto Atuen, sigue por Leimebamba, Pedro Ruiz y Bagua Grande hasta llegar a integrarse con el Marañón donde pierde su nombre.

sábado, 26 de mayo de 2012





La ciencia peruana está de luto

Hoy día, víctima de un accidente de tránsito, ha fallecido el eminente hombre de ciencia Dr. Abundio Sagástegui Alva, maestro de numerosas generaciones de biólogos y científicos peruanos que dedicó su vida a estudiar la flora peruana, especialmente del norte. Él nos deja un legado de numerosas especies nuevas para la ciencia, descritas con el detalle, acuciosidad y precisión propias de un taxónomo sistemático de su categoría.
De origen campesino, hombre sencillo, siempre disfrutaba de las cosas simples, como ir cada año a la fiesta de su natal Guzmango, para reencontrarse con sus paisanos para conversar y tomarse un trago. Jamás el ego le nubló el cerebro, siempre lucido y afable, rendía culto a la amistad sincera ya sea con el paisano o con los más connotados hombres de ciencia, con quienes intercambiaban saberes y afecto.
Mis recuerdos me llevan hacia los años 90 del pasado siglo, cuando una mañana llegó a mi oficina, exigiendo mejorar la calidad de edición e impresión de la revista científica  “Arnaldoa”, la cual fundó y dirigió por muchos años, aduciendo que está revista llegaba a los principales centros de investigación botánica y universidades del mundo y que de por medio estaba el prestigio de la botánica peruana.
Al principio tenía poca confianza en una empresa editorial muy joven, dirigida también por jóvenes, siempre pensaba con son los años de experiencia los que dan la sabiduría necesaria para hacer las cosas bien. Después de superado el reto mejorar la revista, llegaron otros retos, como la publicación de dos tomos de “Diversidad Florística del Norte de Perú”, impresos con la exigente calidad que demandaba. A partir de allí, siempre nos dio el privilegio de la edición de sus publicaciones. Y así poco a poco fuimos urdiendo nuestra amistad que fue creciendo con el paso de los años y perdurará por siempre.
Recuerdo gratamente sus relatos de expediciones, por la costa, andes y amazonía, siempre en búsqueda de incrementar el conocimiento de la diversidad florística, tenía un especial interés en la familia de Asteráceas, sus formas y colores, apasionaban su existencia.   Y así, pasando el tiempo mi afición por la botánica se hizo presente, primero porque mi mujer y compañera Carolina Téllez, es botánica discípula del Dr. Sagastegui y de otro lado por la oportunidad de trabajar y aprender con otro maestro el Dr. Rainer Bussmann, con quien compartimos expediciones botánicas por los andes y amazonía norte de Perú, buscando llenar los vacíos de información sobre la flora de esta región. Y así casi sin darme cuenta de editor, pase a convertirme en botánico aficionado y aprendí del maestro muchas cosas, como el observar la belleza de naturaleza para descubrir en ella la razón de la vida misma y sobre todo el respeto y compromiso por la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica y cultural.
Recientemente, llegó nuevamente a visitarme, estaba muy contento, traía un manuscrito que reflejaba su larga trayectoria como hombre de ciencia y maestro, teníamos que publicarlo, solamente nos faltaban seleccionar las imágenes de las múltiples especies que describió y también especies que le fueron dedicadas a él por otros científicos, necesitábamos sentarnos nuevamente a elegir estas imágenes. Allí también me contó que tenía un par de especies nuevas que estaba describiendo, inclusive me invito para describir junto a él, no acepte tal honor porque mi especialidad es la ingeniería y no la botánica y respeto mucho a los científicos y la ciencia, como para atreverme a tal acción.
Ahora ya en su descanso eterno y lejos de los vericuetos y pasiones terrenales, se yergue inmenso, por toda una vida de logros científicos y académicos, que solo a través del tiempo se apreciará en su verdadera magnitud.
Con profunda admiración y tristeza, te digo Abundio, maestro y amigo, descansa en paz.

T-26-05-12        

jueves, 9 de febrero de 2012

HISTORIAS ECOLÓGICAS

Amigo de la neblina…


Una ligera llovizna cargada de finas gotas, alejaba un poco el intenso frío matutino, que calaba hasta los huesos a Francisco Martos, curtido cazador cajamarquino que había llegado desde la banda de Celendín a Uchucmarca hace ya varios años, dedicando la mayor parte de su tiempo al cultivo de papas en Chivane y el resto a su afición de toda la vida: La cacería, actividad que conocía y disfrutaba mucho, por lo que su fama de cazador llegaba a toda la provincia de Cajamarquilla allá por la década de los 30, en el siglo pasado. 


En esa madrugada Martos se encontraba de cacería, camino a la Encañada, paraje muy cerca de la Laguna de Huayabamba, la lluvia intensa y un viento helado de la noche anterior, le hicieron improvisar un pequeño albergue al pie de unas grandes rocas calcáreas. Cortó abundante ichu con su machete, que luego utilizó como colchón y frazada, para aliviar el frío y poder descansar. 

De pronto un ruido muy fuerte, llamó su atención, parecía que alguien estaba trayendo a suelo todas las achupallas y mordiéndolas vorazmente. Rápidamente pensó: Es el oso… - y una intensa alegría recorrió su cuerpo-, encontró a su presa más cerca de lo que pensaba, ya no pudo conciliar el sueño, solo pensaba en toda la carne, grasa y la piel que esta le proporcionaría. 

Apenas empezó a clarear el día, se levantó, oteo el horizonte y de pronto vio una mancha negra que se movía muy cerca de la cumbre del cerro, cogió su alforja, saco la largavista y enfocó la mancha negra… Ahora no tenía dudas, el oso se movía lentamente cuesta arriba, rumbo a un lugar llamado por los lugareños Siete Lagunas, páramo con siete cuerpos de agua cristalina en una planicie grande, cuyo suelo es una gran esponja de agua, que alberga flores muy bellas de diverso tamaño y forma, muchas de color amarillo intenso, otras lilas, rosadas, rojas, naranjas, etc. algunas pegadas del suelo, otras con un tallo más grande y suculento, lleno de agua. Pequeñas cascadas, que caen por doquier, cual rayos de plata que al sentir la luz del sol, toman vida y derrochan una extraordinaria belleza, aves diversas de muy lindos colores y cantos acompañan el paisaje completando este singular ambiente. 

… Martos, saco su guayaca, llena de coca, tomo un bocado, empezó a masticarla, luego agregó cal, con la aguja de su chufrán, y mezclándola trató de que el bolo le armase… - allí un ligero escalofrío recorrió su cuerpo-, la coca en vez de estar dulce, amargaba mucho, malos presagios, pensó, esto no me gusta nada, la coquita no arma, ¡no arma! Por un momento pensó en regresar a Uchucmarca, pero después dijo he venido a cazar y no regresaré sin una buena presa, no quiero que la gente se ría de mí. Se levantó de un salto, tomo aliento y andar se ha dicho, pues tenía que rodear la montaña para darle entrada al oso cuando este llegue a la cumbre. Por un tiempo fue siguiendo la huella del oso, por un sendero angosto, que éste hace al caminar y que en los precipicios, es el único lugar de paso posible, pasa por sitios muy peligrosos para un humano, donde un simple resbalón podría costarle la vida. Pese a que la coca no armaba, Martos cargado de adrenalina fue entrando en calor y caminaba rápidamente, ahora también lamentaba que su pequeño perro cazador ¨Príncipe¨, esta vez no le acompañara, él estaba con su hijo, quien había ido al pueblo de Uchucmarca a comprar sal y fósforos. 

Siguiendo el rastro, al mirar al suelo, se encontró con estiércol del oso, muy fresco, allí se notaba mucha fibra de achupayas y semillas diversas, que este se encargaba de diseminar a lo largo de su territorio, desde las altas cumbres hasta los valles interandinos, el oso camina mucho y rápido, ahora pensaba “si no me doy prisa puedo perderlo de vista y adiós carnecita”. Y allí alcanzó a divisar al oso que se internó en un pequeño bosque enano, muy cerca de la cumbre. Martos con el conocimiento que tenía, calculó que a su salida del bosque él podría estar sobre la cumbre muy bien posicionado para dispararle certeramente. 

Diestramente avanzó hasta llegar a la parte más alta y allí agazapado, sobre una roca con su vieja compañera, una carabina semiautomática “Savage” calibre 22, al hombro, lista para disparar, estaba Martos, esperando a su presa. De pronto observó a lo lejos como el oso salía del bosque, no sin antes comerse algunas moras silvestres las cuales habían por montones, y una en especial, grande de color rojo intenso muy parecida a una fresa era su preferida, por su delicioso sabor agridulce y que la gente del lugar llamaba “mora del oso”. Concentrado en su presa, esperando que este se encuentre a una menor distancia para asegurarse el tiro, Martos se olvidó de su entorno. En ese momento todo empezó a oscurecerse y no pudo ver más allá de sus narices, una densa neblina envolvió el lugar, allí se acurrucó con su poncho, para protegerse de la humedad, el frío…y ahora a esperar… él cómo diestro cazador sabía hacerlo pacientemente. Después de dos horas, que parecían una eternidad, la nube no pasaba y empezó a mostrar su disgusto, sabía que su presa durante este tiempo seguía caminando, aun con la neblina y podría escaparse, pero él no se aventuraba a caminar con neblina, por estos senderos, pues sabía que una caída era fatal. 

Después de muchas horas al ver que la neblina estaba menos densa, decidió avanzar hacia donde él creía podía encontrar nuevamente al oso. No hubo caminado siquiera treinta metros, siguiendo por el “camino del oso”, sobre un barranco muy escabroso, sorpresivamente al levantar la vista del camino, se encuentra frente a frente con el oso, que estaba parado en dos patas, a menos de dos metros de distancia, tal fue su temor, que lo único que alcanzo a decir fue ohhhhoosoooooooooo…. y al tratar de retroceder, para escapar, perdió el piso y cayó, despeñándose por el profundo barranco, donde quedó malherido. El oso por su parte se hizo como un ovillo y rodó cuesta abajo, sobre achupayas y zarsas, levantándose al final de su caída, caminado sin mayor dificultad, pues su gruesa piel y grasa lo protegen de todo daño. 

Después de algunos días de búsqueda los uchucmarquinos encontraron a Martos, totalmente grave, quién apenas pudo balbucear la frase, “no pude con el oso, él es amigo de la neblina”.


Glosario:


Oso: Se refiere al único oso (Tremarctos ornatus) que habita en Sudamérica, llamado también ¨oso andino¨, ¨ucumari¨, ¨oso de anteojos¨. Este último nombre se debe unas manchas blanquecinas que posee alrededor de los ojos. En la frente y en el pecho, contrastando con el resto del pelaje del cuerpo que es negro. Vive especialmente los bosques húmedos y de neblinas situados en las ecorregiones de la Selva Alta, el Páramo Andino. Animal corpulento que llega a medir hasta 1.80 metros cuando se para en dos patas, es muy ágil, trepa a los árboles con facilidad, ya sea en busca de alimento o albergue. Asimismo es una criatura solitaria, que solamente va en parejas durante la fase de reproducción, luego se ve a la madre caminar junto a sus crías (oseznos). Se alimenta mayormente de vegetales (tallos, hojas y frutos), sin embargo a veces come pequeños animales, como roedores, aves e insectos. Este mamífero juega un rol muy importante en el mantenimiento y recuperación de los bosques y páramos, dispersando muchas semillas de las plantas cuyos frutos consume. 

Por la destrucción de hábitat y cacería incontrolada (debido al comercio ilícito de sus partes, o al creerlo una amenaza por parte de los pobladores de las áreas donde habita), el oso se encuentra en condición de vulnerable según la UICN, siendo su futuro muy incierto: Por esta razón es urgente ayudar a su conservación mediante: 

  1. Evitar la destrucción de su hábitat, disminuyendo la tala de bosques y quema de páramos que lo albergan, muchas de estas actividades no sostenibles (agricultura de sobrevivencia y ganadería extensiva) 
  2. Denunciar la cacería del oso y otros animales, ante las autoridades competentes (INRENA, POLICIA ECOLÓGICA, MINISTERIO DEL AMBIENTE, GOBERNACION, etc) 
  3. Campañas de sensibilización a la población y autoridades sobre el oso y su importancia ecosistémica, el peligro en que se encuentra y la necesidad de su conservación, entre otros. 

Páramo: Es un ecosistema localizado entre la franja comprendida entre el bosque montano y el límite superior de la nieve perpetua (aprox. 3000 a 5000 msnm), abarca un territorio desde Venezuela hasta el norte de Perú. El páramo es uno de los ecosistemas de alta montaña más rico del mundo, que alberga una gran biodiversidad y endemismo, sin embargo desde el punto de vista ecológico es un ambiente frágil. Por su alta diversidad biológica e importancia biogeográfica, evolutiva, ecológica y económica, están relacionados con los pueblos y culturas andinas y sus formas de vida, es así que el bienestar de millones de personas está dependen de los bienes y servicios ambientales de los páramos: los musgos absorben agua en gran volumen, regulando los caudales de los ríos y quebradas que surten del vital líquido a las poblaciones y campos de cultivo. Sin embargo, prácticas humanas insostenibles (tala de bosques, quema de pajonales y cacería indiscriminada), están amenazando el funcionamiento de los páramos, y con ello nuestro propio bienestar. Es por ello que debemos sensibilizar a la gente de los páramos y a los que reciben sus beneficios sin conocerlo, para generar conciencia conservacionista, para proteger a este frágil y especial ecosistema para nuestros hijos y las generaciones que les sucedan. 

Ichu: (Stipa ichu) es un pasto natural del altiplano andino sudamericano, México y Guatemala empleado como forraje para el ganado, principalmente de camélidos sudamericanos. 

Achupayas: (Puya sp.) una bromeliácea típica de los ambientes andinos, es uno de los principales alimentos del oso andino. 

Largavista: Binoculares 

Savage: Carabina calibre 22 de excelente calidad, semiautomática, con cargador de 10 balas, usada por diestros cazadores. 

Guayaca: pequeña alforja usada para llevar hojas de coca. 

Chufrán: Pequeña calabaza que sirve para llevar cal viva o ceniza de origen vegetal, ingrediente que masticado junto a las hojas de coca ayuda a desprender su alcaloide de modo más rápido. Tiene una tapa de madera o asta de ganado vacuno, la cual posee una aguja para extraer la cal y llevarla a la boca. 

Hoja de coca: Hojas de un arbusto originario de los Andes llamado coca (Erythroxylum coca), que crece hasta 2,5 m de altura, de tallos leñosos y hojas elipsoidales, pequeñas y de color verde intenso. Sus flores son minúsculas y de color blanco. Sus frutos, de color rojo, tienen forma ovoide y miden alrededor de un centímetro. Posee efectos medicinales como analgésico, ya sea sola o combinada con otras sustancias (como infusión o emplastos), y es considerada por mucha gente de la cultura andina como una planta mágica, debido a sus propiedades estimulantes.




Autores: Carlos Vega y Carolina Téllez