miércoles, 19 de junio de 2013

Maravilloso Colibrí


Un humilde homenaje al biólogo cuzqueño Constantino Aucca Chutas, conocido familiarmente como Tino, por toda una vida dedicada a proteger ecosistemas y especies en peligro, por mostrarnos un rayo de esperanza para la conservación de la vida y las especies. Gracias Tino.

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Hace ya mucho tiempo, en los valles y bosques secos del río Marañón habitaban una familia de colibríes muy hermosos de plumas doradas, violetas, verdes y plomas, que adicionaban un toque de color muy especial al paisaje  árido de este gran cañón andino.

Allí vivían felices, alimentados con el néctar de coloridas flores de pates, tunshos, papelillos, marámes, gigantones, opuntias, achupallas, tabacos, campañillas y muchas más.

Siempre había alimento y aunque el calor era muy fuerte,  encontraban refugio para protegerse de los fuertes rayos solares del mediodía.  Hasta que una fuerte sequía azotó la zona, y las flores fueron muy escasas y el calor insoportable, lo que obligó a las aves a migrar hacia bosques más altos en la cordillera andina, allí encontraron otras flores, que tenían mucha miel, sobre todo la panizara, de abundantes labiadas flores rojas, también estaba las cucharillas, los porporos, loritos, fuccias, gentianelas y muchas más.

Pero el frio les calaba hasta los huesos y muchas murieron, debido a las lluvias con granizo, y fuertes heladas nocturnas, este no era un buen lugar para vivir, así que decidieron avanzar más y cruzar la cordillera de Calla Calla, y en búsqueda de un mejor lugar llegaron al hermoso valle del río Utcubamba[i].

Este valle muy fértil y saludable, ofrecía el clima ideal para las bellas aves, sin embargo en aquel tiempo estaba plagada de serpientes, las cuales hacían peligrar su vida, pues  devoraban sus huevos o a los pequeños cuando aún no abandonaban su nido.

Es así como el clamor de los colibríes, llegó a los oídos de la Pachamama, quien les dijo que pidieran lo necesario para defenderse de las voraces alimañas. Uno de los colibríes había observado que las serpientes se asustaban cuando las mariposas en su revoloteo sobre las flores, movían sus alas esplendorosas. Así que ellas pidieron a la Pachamama, alas parecidas a las que tenían las mariposas, y fue allí que ocurrió la magia. -Y las nuevas generaciones de colibríes fueron dotadas de dos alas adicionales-, las cuales tienen una base muy larga, que terminan con una pluma muy vistosa y colorida, la cual pueden batir y ondear imitando al vuelo de las mariposas y de este modo asustaban a las serpientes y pudieron protegerse de su depredador rastrero.

En el valle del Utcubamba entonces encontraron el ambiente ideal, con un clima templado y  muchas flores de las cuales recibían el dulce alimento a cambio de ayudarles, polinizándolas para que puedan tener semillas fértiles y así seguir reproduciéndose por el devenir de los tiempos.

Pero un día aparecieron nuevos visitantes y la felicidad se vio interrumpida con la llegada de los seres humanos, quienes encontraron en este valle un lugar bueno para hacer agricultura y ganadería, y entonces empezaron a quemar pajonales y talar bosques, para abrir chacras donde sembrar y hacer invernas para criar ganado, y así se inició la destrucción del bello paraíso donde vivían los colibríes.

                Al principio eran pocos hombres, y los colibrís fueron buscando áreas libres para vivir, lejos de los humanos que también los mataban con sus ondas, solamente por puro gusto de cazarlos, pues al ser tan pequeños ni siquiera servían como alimento. Tiempo después ocurrió la verdadera tragedia, llegaron muchas familias andinas, y empezaron a talar y quemar los bosques y praderas de manera masiva, para nada les importaba, que los animales necesitaban del bosque para vivir, -la invasión de su espacio vital fue arrolladora- y muchos colibríes murieron al ser destruido su ambiente y otros que quedaron cerca de las nuevas casas, cayeron por ondas asesinas. De manera dramática su población fue desapareciendo hasta quedar muy pocos colibríes.

                Felizmente no todos los humanos son peligrosos, algunos muy pocos, pensaron y actuaron para protegerlos, así que crearon áreas protegidas, lugares donde los bosques y sus habitantes permanecen intactos, donde no se puede talar ni quemar, tampoco hacer agricultura o ganadería, se pueden hacer actividades de turismo e investigación tratando de causar el menor impacto posible, solamente podemos visitar y observar estas bellísimas aves, únicas en el mundo, que ahora tienen una esperanza de vida y sobrevivencia mayor, que hace algunos años. Sin embargo la lucha por la conservación de estas aves continúa, y se necesitan más gente comprometida con esta causa, es necesario que la población entienda que los bosques y todo lo que allí habita, se han formado desde hace miles de años y los seres humanos no tenemos porqué destruirlos.

                Finalmente vuelan felices y raudos van subiendo y bajando, levantan sus colas, cual raquetas de tenis, van y vienen toman el dulce néctar de la flores, los machos revolotean elegantemente ante las hembras, se aparean, hay nuevos huevos, hay nuevas crías y la vida maravillosa continúa…




[i] Valle que tiene su inicio al pie de la cordillera del Pagra Pagra, en el páramo de Atalaya en Teaven, luego baja por Alto Atuen, sigue por Leimebamba, Pedro Ruiz y Bagua Grande hasta llegar a integrarse con el Marañón donde pierde su nombre.

1 comentario:

  1. A la par de interesante, que bello texto!!! FELICITACIONES a quien lo escribió!!!

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