Un humilde homenaje al biólogo
cuzqueño Constantino Aucca Chutas, conocido familiarmente como Tino, por toda
una vida dedicada a proteger ecosistemas y especies en peligro, por mostrarnos
un rayo de esperanza para la conservación de la vida y las especies. Gracias
Tino.
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Hace ya mucho
tiempo, en los valles y bosques secos del río Marañón habitaban una familia de
colibríes muy hermosos de plumas doradas, violetas, verdes y plomas, que adicionaban
un toque de color muy especial al paisaje
árido de este gran cañón andino.
Allí vivían
felices, alimentados con el néctar de coloridas flores de pates, tunshos,
papelillos, marámes, gigantones, opuntias, achupallas, tabacos, campañillas y
muchas más.
Siempre había
alimento y aunque el calor era muy fuerte, encontraban refugio para protegerse de los
fuertes rayos solares del mediodía. Hasta que una fuerte sequía azotó la zona, y
las flores fueron muy escasas y el calor insoportable, lo que obligó a las aves
a migrar hacia bosques más altos en la cordillera andina, allí encontraron
otras flores, que tenían mucha miel, sobre todo la panizara, de abundantes
labiadas flores rojas, también estaba las cucharillas, los porporos, loritos,
fuccias, gentianelas y muchas más.
Pero el frio
les calaba hasta los huesos y muchas murieron, debido a las lluvias con granizo,
y fuertes heladas nocturnas, este no era un buen lugar para vivir, así que
decidieron avanzar más y cruzar la cordillera de Calla Calla, y en búsqueda de
un mejor lugar llegaron al hermoso valle del río Utcubamba[i].
Este valle muy
fértil y saludable, ofrecía el clima ideal para las bellas aves, sin embargo en
aquel tiempo estaba plagada de serpientes, las cuales hacían peligrar su vida,
pues devoraban sus huevos o a los pequeños cuando aún no abandonaban su
nido.
Es así como el
clamor de los colibríes, llegó a los oídos de la Pachamama, quien les dijo que
pidieran lo necesario para defenderse de las voraces alimañas. Uno de los
colibríes había observado que las serpientes se asustaban cuando las mariposas
en su revoloteo sobre las flores, movían sus alas esplendorosas. Así que ellas
pidieron a la Pachamama, alas parecidas a las que tenían las mariposas, y fue
allí que ocurrió la magia. -Y las nuevas generaciones de colibríes fueron
dotadas de dos alas adicionales-, las cuales tienen una base muy larga, que
terminan con una pluma muy vistosa y colorida, la cual pueden batir y ondear
imitando al vuelo de las mariposas y de este modo asustaban a las serpientes y pudieron
protegerse de su depredador rastrero.
En el valle
del Utcubamba entonces encontraron el ambiente ideal, con un clima templado y muchas flores de las cuales recibían el dulce
alimento a cambio de ayudarles, polinizándolas para que puedan tener semillas
fértiles y así seguir reproduciéndose por el devenir de los tiempos.
Pero un día aparecieron
nuevos visitantes y la felicidad se vio interrumpida con la llegada de los seres
humanos, quienes encontraron en este valle un lugar bueno para hacer
agricultura y ganadería, y entonces empezaron a quemar pajonales y talar
bosques, para abrir chacras donde sembrar y hacer invernas para criar ganado, y
así se inició la destrucción del bello paraíso donde vivían los colibríes.
Al
principio eran pocos hombres, y los colibrís fueron buscando áreas libres para
vivir, lejos de los humanos que también los mataban con sus ondas, solamente
por puro gusto de cazarlos, pues al ser tan pequeños ni siquiera servían como
alimento. Tiempo después ocurrió la verdadera tragedia, llegaron muchas
familias andinas, y empezaron a talar y quemar los bosques y praderas de manera
masiva, para nada les importaba, que los animales necesitaban del bosque para
vivir, -la invasión de su espacio vital fue arrolladora- y muchos colibríes murieron
al ser destruido su ambiente y otros que quedaron cerca de las nuevas casas, cayeron
por ondas asesinas. De manera dramática su población fue desapareciendo hasta
quedar muy pocos colibríes.
Felizmente
no todos los humanos son peligrosos, algunos muy pocos, pensaron y actuaron
para protegerlos, así que crearon áreas protegidas, lugares donde los bosques y
sus habitantes permanecen intactos, donde no se puede talar ni quemar, tampoco
hacer agricultura o ganadería, se pueden hacer actividades de turismo e investigación
tratando de causar el menor impacto posible, solamente podemos visitar y
observar estas bellísimas aves, únicas en el mundo, que ahora tienen una
esperanza de vida y sobrevivencia mayor, que hace algunos años. Sin embargo la
lucha por la conservación de estas aves continúa, y se necesitan más gente
comprometida con esta causa, es necesario que la población entienda que los
bosques y todo lo que allí habita, se han formado desde hace miles de años y
los seres humanos no tenemos porqué destruirlos.
Finalmente
vuelan felices y raudos van subiendo y bajando, levantan sus colas, cual
raquetas de tenis, van y vienen toman el dulce néctar de la flores, los machos revolotean
elegantemente ante las hembras, se aparean, hay nuevos huevos, hay nuevas crías
y la vida maravillosa continúa…
[i] Valle
que tiene su inicio al pie de la cordillera del Pagra Pagra, en el páramo de
Atalaya en Teaven, luego baja por Alto Atuen, sigue por Leimebamba, Pedro Ruiz
y Bagua Grande hasta llegar a integrarse con el Marañón donde pierde su nombre.
A la par de interesante, que bello texto!!! FELICITACIONES a quien lo escribió!!!
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